EL EXTRAÑO SONIDO DE LAS CAMPANAS... ¡El misterio de su desaparición... se ha convertido en una leyenda o fantasía!

Wilfrido Soto de Arce, PH. D.

EL EXTRAÑO SONIDO DE LAS CAMPANAS...

¡El misterio de su desaparición... se ha convertido en una leyenda o fantasía!

        Había una vez en la hermosa Tierra del Capitán Correa, un Alcalde que soñaba con realizar grandes  proyectos para su ciudad, hasta que un día, fue demasiado lejos...Una noche, no pudo conciliar el sueño pensando en los últimos detalles de la actividad del próximo día. A su mente llegaban aquellos difíciles momentos cuando tuvo que tomar la decisión de darle mantenimiento y remodelar la fachada del otrora edificio Municipal que contaba con una torre, un balcón, unas campanas y tres relojes. Recordaba la insuficiencia de recursos en sus arcas para rehabilitar la estructura que con el paso del tiempo había sufrido de su natural deterioro. El no veía otra alternativa que iniciar un proceso para solicitar fondos del gobierno Federal, que eran asignados para restaurar edificios Históricos y para ello contó con el decidido endoso del Instituto de Cultura Puertorriqueña y entonces dio comienzo a uno de sus sueños juveniles.

         Poco a poco y a pesar de las intensas críticas se fue desarrollando el Proyecto. Luego de largos meses que tomó realizar el cambio de la fachada de la Alcaldía... llegó al fin el anhelado día para el Alcalde Cedeño tirar la puerta por la ventana. El sol lo sorprendió, mientras le daba los últimos retoques al discurso que iba a pronunciar frente a sus invitados y compueblanos en tan histórico día, en que se inauguraría la “nueva cara” de la Casa Alcaldía. (1978)

         Era una mañana refrescante donde todo lucía muy alentador. La preciosa y majestuosa Villa del Capitán Correa, relucía como una ciudad de ensueño. El lugar se había contagiado de alegría y algo así como un aire fresco parecía flotar sobre todo aquel ambiente festivo...Su contentura era única. A primera vista el primer ejecutivo Don José A. Cedeño Rodríguez, miraba y sonreía orgulloso de su obra ante los empleados municipales, asambleístas, líderes cívicos y oficiales políticos, que reunidos allí estaban dispuestos a escucharle. Los correligionarios de su partido lucían radiantes de felicidad y entusiasmo. Venían a saludarlo, a tocarlo como queriéndose llevar un pedazo de su Alcalde. Todo estaba listo para el corte de Cinta. Al terminar la orquesta de entonar los Himnos, el Alcalde dió comienzo a su discurso a través de las ondas radiales y con mucha alegría en su semblante, a toda voz decía:

“Compueblanos hoy inauguramos esta obra que es una réplica 
de la fachada original del edificio que se construyó en el año de 1866
bajo las administraciones de los alcaldes Don Demetrio Santaella (1862-65)
 y Don Benito Oser (1866-68). Esta reconstrucción era necesaria 
para aumentarle la vida útil a este edificio.
 Yo como Alcalde de este Glorioso pueblo estoy muy orgu...

         En ese momento fue interrumpido por un pasajero que transitaba en una guagua hacia Barrio Obrero y al pasar cerca del lugar le gritó:  -¿Oyeee, donde están las campanas y los tres relojes?- La respuesta del alcalde Cedeño, no se hizo esperar:

-Oyeme bien, amigo mío escúchame por la radio... 
después de esta inauguración vamos  a construir un puente sobre
 el Río Grande que conectará la carretera # 2 con la Avenida Víctor Rojas.
 Y yo te aseguro que esta será la obra más importante de estos tiempos...

           Mientras el Alcalde hablaba, un distinguido y recordado arecibeño se hallaba un poco distante de allí, sentado en uno de los bancos  de la Plaza de Recreo. A su alrededor un fuerte olor a grama recién cortada llenaba el recinto. Era Don Vicente A. “Chentito” López quien disfrutaba de una refrescante brisa, bajo la sombra de un frondoso árbol y pensaba con nostalgia en la belleza de la fachada anterior, con la cual convivió la mayor parte de su vida. Estaba acostumbrado a verla todos los días cuando pasaba cerca del lugar. Le había dedicado una foto en la portada de su libro titulado “Arecibo y su Gente,” donde aparecía el edificio, su regia torre y elegante balcón, que muchas veces le sirvió para guarecerse del implacable sol y de la pertinaz lluvia del momento. Atesoraba, las veces que subió a la segunda planta y desde su balcón veía y saludaba a todo el mundo pasar. Recordaba con pesar el momento en que demolieron la parte frontal que sostenía los tres grandes relojes dirigidos a todos los puntos cardinales (menos al norte) y que los arecibeños solían escuchar sus campanadas y luego mirar  para saber la hora. Por eso él se identificaba aún más con la fachada anterior.

          En ese ir y venir de pensamientos, el amigo no ha olvidado que los tres relojes y las campanas estaban al cuidado del señor Carlos Gabriel Urdáz Iguina, que semanalmente se ocupaba de darle cuerda y mantenimiento para su mejor eficiencia. Recuerda que este señor vivía en el Barrio Buenos Aires, trabajaba como relojero en la Joyería Nora, y todos los sábados subía a la azotea del edificio Municipal, para entrar a la Torre por el lado norte. Estaba seguro que allí se encontraba una maquinaria antigua muy pesada de 6 pies de ancho por 4 pies de alto y dos pies de fondo que mantenían sincronizados los tres relojes con el campanario, para el toque de la media hora y la hora completa. Su hijo Carlitos Urdáz, lo acompañaba para ayudarlo en la tarea de darle cuerda a unas pesadas maniguetas, atadas a unos cables que mantenían en franco movimiento los relojes, cuyas esferas alcanzaban los 4 pies de diámetro. Don “Chentito” sabía de la buena reputación del señor Urdáz, quien mantenía la maquinaria en óptimas condiciones. Ni un minuto más ni un minuto menos y por esas cosas de la vida, ambos eran muy buenos amigos.

           De pronto le llega a su memoria haber leído que el histórico edificio sirvió durante la revolución de Lares (23 de septiembre 1868), como cárcel en la cual estuvieron encerrados las figuras de Pedro Gerónimo Goyco, Julián Blanco, Calixto Romero y el Dr. José Julián  Acosta. Asimismo. sabía que con el cambio de soberanía y bajo la administración de Don Juan Lara, la parte frontal de la estructura se vio afectada por el terremoto de 1918. Entonces, la fachada original fue reparada y modificada cerca del 1920, anadiéndole una torre, un balcón y los tres relojes, cuya presencia física se extendió hasta el año de 1978, cuando la misma fue demolida. Fecha de muy triste recordación para Don “Chentito”y un sinnúmero de arecibeños que vivieron esa época. Era su manera de pensar...

        Estas reflexiones, lo conducen también en un viaje imaginario a los años cincuenta y recuerda cuando en la planta baja existía una Biblioteca, y en el lado oeste la gente veía el constante ir y venir de los pacientes a la Sala de Socorro. Con un poco de dificultad rememora que al norte del edificio estaba destacado el Parque de Bombas, y al lado del Paseo de los Artistas, se encontraba el salón de música bajo la tutela del insigne maestro Don Lorenzo Feijóo, cuyos estudiantes Tommy Olivencia, “Chiqui” Valdés y “Papo” Valdés; se destacaron en el ambiente artístico y le dieron gloria a nuestro querido Arecibo. Asimismo, solía visitar la planta alta ocupada por las sencillas oficinas del Alcalde, y a su lado veía los escritorios de la Asamblea Municipal, que daban de frente al extenso balcón municipal. El resto lo ocupaban sus empleados, y al final en la parte de atrás sobre el edificio del Parque de Bombas, había un gimnasio donde él, y la juventud arecibeña asistían al lugar para ejercitarse. Al fin y al cabo eso era parte de su mundo.

        “Eran otros tiempos... y ya no será igual,” decía con pena en su corazón Don “Chentito.” Se sentía  desilusionado, y por eso muchas dudas, acuden a su pensamiento y entonces le viene a la mente, la pregunta que vociferó aquel pasajero al Alcalde:  ¿Donde están las campanas y los tres los relojes?  Y esta interrogante, le hace revivir la lucha de todo un pueblo que protestaba a través de los medios de comunicación, la demolición de la parte frontal del edificio. A él le gustaba esta fachada del 1920, por su hermoso diseño arquitectónico que hacía destacar aún más el edificio de la Casa Alcaldía. Con el tiempo adquirió un gran valor histórico, pero él jamás hubiera pensado que fuese ignorado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. El amigo recordó, los artículos del desaparecido periódico El Mundo, donde el distinguido periodista arecibeño Juan Cepero, escribió el 19 de de enero del 1978, señalando entre otras cosas, lo siguiente:

 “Arecibo, perderá su actual fachada para ser sustituída por la que existía en sus orígenes en el  1866. La fachada de Arecibo se va pronto, los marrones harán la labor y la fachada que todo arecibeño conoce y reconoce como su ayuntamiento desaparecerá. La decisión ya fue tomada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, por voz  de su director Luis Rodríguez Morales, es definitivo. Sin la aprobación del Instituto no se obtendrán los fondos 
federales necesarios para arreglar el municipio y hubo que acceder ante la posición final del Instituto senaló el Sr José García Huertas,ex ayudante del alcalde José A. Cedeño. Mientras tanto, la gerencia de la WCMN dijo que se proponía seguir adelante con la campaña de orientación, a pesar de las protestas del ayudante de Prensa del alcalde Carmelo Santiago.”

      Parecería ser que una racha de mala suerte le había caído al desolado casco urbano de Arecibo, como si fuera algún tipo de encantamiento, o un hechizo. Para Don “Chentito”... Arecibo estaba de luto y lloraba esta perdida. La tarde avanzaba, y se da cuenta que había dejado pasar su hora de almuerzo y entonces para hacer menos monótono el regreso a su casa, emprende su camino silbando nostálgicamente: “Lamento Borincano.” Ese momento seguía vivo en su memoria, pero algo le hacía pensar que los retos no habían terminado.

      Durante un tiempo todo fue bien y por esas cosas de la vida, el edificio Municipal resultaba pequeño para acoger a sus empleados, y ante las nuevas responsabilidades como municipio autónomo, se relocalizaron en otros edificios adyacentes. La escasez de recursos fiscales se había convertido en un reto difícil de resolver para cualquier Alcalde. Probablemente, lo único que garantizaría uno o mas proyectos es allegar altas suma de dinero al fisco municipal y tal vez para no repetir la historia... mucha creatividad y buen juicio en la toma de decisiones de sus incumbentes. De todas maneras hay que seguir la lucha en buena lid, sin rendirse porque Arecibo es...la Joya de Borinquén.

         Pero entonces...Chentito y la gente del pueblo seguía preguntándose: ¿Donde están las Campanas y los Tres Relojes? Podríamos decir que hay todo tipo de versiones, pero lo cierto es que nadie sabe responder categóricamente, a esta interrogante. Me temo, que el misterio de la desaparición...de esta venerable reliquia histórica, se ha convertido en una creencia, leyenda o fantasía pueblerina. En fin varias respuestas se ofrecen y continuaran ofreciéndose sobre este asunto. Algunos ciudadanos sugieren que las Campanas y los Tres Relojes podrían estar en el fondo del mar, al lado de la Cueva del Indio, donde dicen escuchar un sonoro lamento de las olas que al golpear sucesivamente con las rocas, es confundido con un extraño “Sonido de las Campanas” ...DING...DONG...DONG...DONG... DONG...DONG. Aquí en el pueblo nadie lo entiende, pero cualquier cosa puede pasar.  Por último, me imagino que los espíritus que levantaron su voz por esta justa causa: Don Juan Cepero, Don Carlos Gabriel Urdáz y Don Vicente “Chentito” López Aresti... estarán muy cerca custodiándolas. Amén!

       Y así... sin darnos cuenta, treinta y seis años han pasado y en la Casa Alcaldía de Arecibo, ya no suenan las campanas ni se leen los relojes. En cuanto al Hon. José A. Cedeño Rodríguez, falleció a temprana edad, y muchos de sus planes excepto el puente Víctor Rojas, no pudieron realizarse. Queda de él su recuerdo vinculado a estos hechos, su legado y una calle que lleva su nombre. Por otro lado, nuevas Generaciones se han ubicado a las afueras de la antigua ciudad, barrios, y urbanizaciones que sólo han conocido, visto y acostumbrado a la actual cara de la Alcaldía...Obviamente, en mi caso particular siempre añoraré la antigua fachada.

       Desde entonces, la esperanza y el resurgimiento de nuestro pueblo ha quedado con nosotros los arecibeños. ¡Que viva el Cacique Arasibo, la celebración del Quinto Centenario, y que todas las Campanas suenen alegres por el progreso de nuestra Heroica Ciudad de Arecibo!



NOTA: Mil gracias a Don Byron Mitchell Esteva, quien me ofreció recortes de periódicos* de la época.  *Publicados en el libro titulado "Arecibo, La joya de Borinquen, 2005

Entradas más populares de este blog

¡El CERRO DE LA MONSERRATE!